Estupendo año el que está viviendo la septuagenaria reina del rockabilly. A la perfecta validez de su última obra hay que añadirle ahora también su finura como personaje escénico, ofreciéndonos una memorable velada a todos los asistentes. Pero mejor ir por el principio, ya que las buenas vibraciones camparon a sus anchas desde el momento en que los teloneros The Confidents tomaron las tablas, su mezcla de rythm and blues, girl group e influencias sixties entretuvo y dejó sonrisa en los labios preparada para la protagonista de la noche. ¿Y qué decir de la dama de Oklahoma? Pues que su alianza con Jack White ha actualizado su propuesta hasta límites insospechados, y la Wanda que se presentó ante nuestros ojos de inmaculado rosa se mostró segura, consciente de sus capacidades y tratando a la audiencia de tu a tu sin ningún rubor. Combinó lo mejor del pasado («Fujiyama Mama», «Let’s Have a Party», «Funnel Of Love») con el presente («Shakin’ All Over», la revisión de la malograda Amy Winehouse «You know I’m No Good») sin olvidarse de su amado Elvis Presley con una emotiva relectura del inmortal «Heartbreak Hotel» entre otras. Una banda solvente y sus entretenidas charlas entre tonadas hicieron el resto para que la noche fuera redonda. Una hora y cuarto que valió mucho más que cientos de propuestas actuales y que mostró a Wanda Jackson perfectamente acoplada al nuevo milenio pero sin perder ni un ápice de su marcada idiosincrasia.
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