Estreno en el terreno de la narrativa de ficción del colaborador de estas páginas mensuales que tienes entre las manos. Y leído con atención el invento, hay que reconocer que lo único que no puede suscitar es la indiferencia. Influido por la inmediatez de Bukowski, el agrio cinismo de Miller, la enajenación de Burroughs y los sopapos efectistas de Palahniuk el debutante escriba nos presenta una novela de contundentes maneras pero de ensimismante lectura. Con prosa florida pero no abigarrada y haciendo un arte del uso del punto y aparte, plantea la desangelante odisea de un tipo que ha sido abandonado por la mujer amada (u odiada). Cavilaciones extremas, caracteres sórdidos y roña emocional nos pasean a través de las más de doscientas páginas del tomo. Sin lugar para el respiro, aunque con una ventana con chirriantes bisagras medio abierta a la esperanza, se nos somete a una asfixia emocional, donde el lector pusilánime no encontrará oxigeno, sofocado por la ponzoña y el excrementicio devenir del protagonista. Es un trabajo sucio pero alguien tenía que hacerlo. Ultra realismo irrebatible sería una buena definición para el estilo abrupto pero presto que sale de la pluma del Sr. Díaz, acercándole incluso (al menos en espíritu) a la prosa ceniza de Céline. Primera reválida aprobada con nota, aunque se recomienda a lectores timoratos y poco dados a coger riesgos que se vayan con mucho cuidado. El que avisa no es traidor.
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