Una historia triste la de los germanos Accept, una pena su irregularidad como banda ya que lo tenían todo para pasar a la historia como uno de los monarcas absolutos del movimiento metálico. Las idas y venidas de componentes de la formación, giros estilísticos y posteriores disoluciones minaron mucho su potencial y les han dejado para muchos como una curiosidad perdida en el tiempo. Si nos remitimos a sus mejores momentos se puede afirmar que crearon una de las trilogías sagradas del metal con “Restless And Wild”, “Balls To The Wall” y “Metal Heart”, pero después de semejante gesta y en la cima de su popularidad publicaron “Russian Roulette” que actualmente está condenado al más oscuro de los ostracismos por encontrarse a continuación de la trilogía antes citada. Personalmente opino que la obra que ahora nos ocupa no tiene el nivel desbordante de sus predecesores pero es otra pieza imprescindible de puro metal teutón. Una colección de himnos metálicos sin mácula, todos proyectiles de gran calibre como “T.V. War”, “Monsterman”, “Aiming High” o el imprescindible tema que da título al álbum con sus coros seudo militares, cortantes riffs y contundentes estribillos. Si escarbamos un poco más en los surcos de esta obra podemos llegar a escuchar algún momento que podría haber inspirado más de la cuenta a las nuevas generaciones del Reich, prestad atención y decidme si en algún momento de “Walking In The Shadow” no estáis escuchando a Rammstein. En definitiva, una soberbia colección de himnos del metal comandados por la chirriante voz de Udo Dirkschneider y la poderosa guitarra de Wolf Hoffman. Posteriormente volveríamos a tener algún gran momento, concretamente con su álbum de retorno de 1992 “Objection Overruled” pero “Russian Roulette” marca el fin de una época que nunca más volvería y lo cierto es que no pudo tener mejor epílogo.
Una de las cosas que siempre me ha gustado de Mr. Vincent Furnier, aparte de la longevidad de su carrera es su diversidad y “Special Forces” es un capítulo olvidado pero muy brillante en el que The Coop a pesar de sus adicciones supo estar a la altura de las circunstancias y miró a los frívolos y horteras ochenta de tu a tu y tomó todos los riesgos que fueron necesarios. “Special Forces” es una gran obra en la que Alice Cooper combinó estupendamente el rock con el sonido más típicamente ochentas y dio lugar a una serie de canciones bizarras pero esplendidas. Temas con el espíritu clásico de Alicia como “Don´t Talk Old To Me” o “Who Do You Think We Are” se movían como pez en el agua entre las guitarras y los sintetizadores. “Skeletons In The Closet” y “You Want It, You Got It” acentúan mucho más la influencia de las tendencias imperantes de la época y dan como lugar unos temas un poco extraños pero para que vamos a negarlo; absolutamente irresistibles. El esplendido contenido también incluye una impresionante versión del “Seven & Seven Is” de Love y una nueva lectura de “Generation Landslide” que suena tremenda con su nuevo y logrado look. Tampoco se puede dejar pasar por alto ese himno rock llamado “Vicious Rumours” que cierra el álbum. Un disco olvidadísimo pero a la vez una prueba altamente esclarecedora de que Alice Cooper les dio una clase magistral a muchos compañeros de generación que entraron en la década de los calentadores con la brújula totalmente desimantada.
El nombre de Allman Brothers es sinónimo de una de las carreras más longevas y coherentes de la historia de la música americana, con episodios clave como la magistral etapa con Duane Allman y la posterior llegada muchos años más tarde de Warren Haynes con todo los nuevos aires que aportó al grupo. Como buenos embajadores musicales del sur nunca han puesto en venta su talento y aunque han tenido algún ligero tropiezo todas sus obras tienen una calidad innegable y este “Enlightened Rogues” es un episodio que rayó a un nivel muy alto dentro de una de las etapas más confusas de la historia de la banda. Hacía relativamente poco que el grupo prácticamente se había desmembrado y encima también estaba reciente el follón que había organizado Gregg Allman que debido a presiones por parte de la policía, aprovechando su por aquel entonces permanente estado de drogadicción, destapó gran parte de la red mafiosa sureña. Como venía siendo habitual desde la desafortunada muerte del hermano Duane, Dickey Betts se cargó casi todo el trabajo a sus espaldas y nos presentó una obra muy recomendable donde el espíritu del sur vuela libremente. El irritable Dickey Betts compone el solito gran parte del cancionero y logra temas tan redondos como ese clásico olvidado que es “Crazy Love” con ese slide que suena a gloria. “Pegasus” es una instrumental maravillosa que coge el relevo de la inmortal “In Memory Of Elizabeth Reed”. “Sail Away” y “Blind Love” son dos temas inolvidables, uno por su belleza y el otro por ser tan Allman, que merecerían algún recuerdo en futuros set list de la banda y por supuesto Gregg Allman sigue transmitiendo el blues como pocos con “Need Your Love So Bad”. Otro detalle de este trabajo es que cuenta con la presencia de “Dangerous” Dan Toler que a pesar de su corta estancia en la banda y de que no supo hacer olvidar a Duane Allman se puede afirmar que su técnica si que estuvo a la altura de tan sagrada institución musical. “Enlightened Rogues” un gran trabajo y la enésima prueba de que Dickey Betts es uno de los músicos más infravalorados de la historia. Espero con ganas el día en que toda la comunidad sureña haga un merecido homenaje al hombre que más ha hecho por mantener el estandarte confederado bien alto.
¡Que triste!, actualmente parece que Bob Seger nunca haya existido. De acuerdo que él tampoco hace mucho para remediar la situación, sin ir más lejos su última referencia discográfica tiene más de diez años, pero es que estamos hablando de uno de los rockers definitivos que nos ha dado América, un personaje que llenaba estadios ahí por donde pasara y que a día de hoy sólo parece que le recordemos unos pocos nostálgicos. Aunque el bueno de Bob tiene unas cuantas obras de referencia como “Beatiful Loser”, “Against The Wind” o “Live Bullet” siempre se comete el error de olvidar la también mágica etapa de Bob Seger System y de refilón una de las obras más crudas y desgarradoras de la época; “Mongrel”. En este perdidísimo disco Bob puso el alma en cada canción transformándose por completo en un coloso soul que se deja media vida en canciones tan demoledoras como “Song To Rufus”, “Mongrel” o “Teachin´ Blues”. La instrumentación soberbia y con ese órgano Hammond tan retro hace que todo el álbum tenga un sentimiento añejo pero a la vez muy rico en matices, escuchad “Big River” y decidme si no tiene madera de clásico atemporal. Para finalizar el álbum más “negro” de la carrera del líder de la Silver Bullet Band se mete en la piel de la mismísima Tina Turner y hace que “River Deep Mountain High” suene más desgarradora que la versión perpetrada por Ike & Tina. Siempre es bonito recordar y tener presentes a Petty o Hiatt pero acordaros también de hacerle un hueco en vuestras estanterías al imbatible Bob Seger que con este olvidadísimo “Mongrel” hizo más negro que nunca al rock clásico americano.
Que Roger Waters es el alma creativa de Pink Floyd es algo que nadie puede poner en duda, pero misteriosamente siendo el principal compositor de la banda sus trabajos en solitario no pasan de mediocres en el mejor de los casos, en cambio su eterno enemigo David Gilmour ha demostrado tener mucho más talento del que supuestamente Waters siempre le ha atribuido. Gilmour el solito ha grabado dos obras con Pink Floyd bastante dignas, especialmente recomendable “A Momentary Lapse Of Reason”, ha realizado dos giras inolvidables y encima sus trabajos solistas son bastante mejores que los del genio de “The Wall”. La prueba más palpable es esta homónima obra que publicó antes de que empezara su infierno personal del muro. En este álbum Gilmour no intentó reinventar nada ni mostrar sus demonios interiores (que personalmente dudo que los tenga) sino aportar una serie de bonitas canciones con su voz y arropadas por su siempre cálida guitarra. A través de un disco que se podría denominar de soft rock escuchamos una serie de temas rock sin sobresaltos, nada pretenciosos pero que son un bonito regalo para el oído. “There´s No Way Out Of Here” (versionada por Monster Magnet en su último trabajo) “So Far Away” o “Short And Sweet” son pequeñas cajas de sorpresas en las que Gilmour nos ofrece en bandeja todo su talento y “No Way” nos muestra que nuestro protagonista tiene mucho que ver en el clásico sonido Floyd. También hay sitio para que sólo hable su guitarra, una de las mejores que ha dado la historia del rock, y “Mihalis” o “Raise My Rent” son el ejemplo de lo que tiene que ser un tema instrumental; parcos en notas pero con sensibilidad a borbotones. Para que os hagáis una idea del nivel de este álbum deciros que el mítico “Comfortably Numb” de “The Wall” es un tema que se preparo para este disco pero que posteriormente encontró su hueco como otro ladrillo en el muro. Tras otra escucha la conclusión es clara, nunca he visto a dos músicos que se necesiten tanto como Gilmour y Waters.
Curiosamente en 1986, dos de las bandas insignia del heavy metal nos sorprendieron con unos trabajos mucho más comerciales y llenos de guitarras sintetizadas. A día de hoy tanto “Turbo” como “Somewhere In Time” no son citados muy a menudo y es injusto porqué el tiempo los ha puesto en su sitio como lo que son; dos buenos álbumes. El caso que nos ocupa “Somewhere In time” no es que sea una masterpiece, es mas es inferior a predecesores como “The Number Of The Beast” o “Powerslave” pero su calidad es innegable y merece un recordatorio desde este humilde rincón. Una de las cosas que de entrada llamaban la atención en los créditos del álbum era la total ausencia de Bruce Dickinson en las tareas compositivas y un gran acaparamiento por parte de Adrian Smith, cosa que se nota fehacientemente en el resultado final del producto ya que las maneras del guitarrista son mucho más melódicas que los patrones clásicos de Steve Harris. De todos modos “Somewhere In Time” es un clásico de la doncella desde su apertura con ese “Caught Somewhere In Time”, perfecto para abrir un show y poner a tono a 20.000 metalheads. “Heaven Can Wait” es otra pieza redonda con sus memorables coros y su trepidante bajo. Donde más se nota la supuesta “comercialización” es en el brillante “Wasted Years” un single perfecto con su inolvidable estribillo. Otras piezas brillantes a la par pero más olvidadas en el universo Eddie son “The Loneliness Of The Long Distance Runner” y “Stranger In a Strange Land” en las que también es patente la suavización del sello clásico de la doncella de hierro. Un álbum que aunque en USA obtuvo buenos resultados comerciales pocos recuerdan y es triste ya que demostró que durante una época Steve Harris y los suyos eran incapaces de defraudar a nadie.
Normalmente el nombre de Kansas va adherido a la etiqueta A.O.R., cierto en parte aunque yo personalmente obras como “Song For America” o “Leftoverture” las situaría más cerca del rock progresivo, pero sí que hubo una época en la que se decantaron por el A.O.R. más elegante. Todo empezó con la entrada de John Elefante que con su voz reorientó la música de la banda hacia parajes mas sencillos pero tuvo que ser la vuelta de Steve Walsh y la entrada del por entonces desconocido Steve Morse que consiguieron crear una química que dio lugar a una de las mejores obras melódicas de la historia. La experiencia de los viejos miembros junto al talento de Morse a las seis cuerdas dio lugar a una sinergia compositiva y musical que reinventó la carrera de los de Topeka increíblemente, aunque tristemente hoy en día recuperada la formación más clásica de la banda no hay el más mínimo recuerdo a esta señorial obra. De principio a fin tenemos un disco elegante, con una producción cristalina y que desborda grandes estribillos y buenas canciones por todos los surcos. “Silhouttes In Disguise” “Power” y “Tomb 19” son clásicos desde su primera escucha gracias a sus increíbles líneas melódicas, “Secret Service” y “Musicatto” te sobrepasan por sus trabajadas líneas instrumentales pero que a la vez tienen la virtud de enganchar por su falta de pretenciosidad. Los temas lentos son impecables y nunca caen en la babosidad y si no probad a escuchar “All I Wanted” y decidme si eso no está escrito por gente con talento a raudales. Como otros muchos casos una obra totalmente olvidada por sus creadores pero que a mediados de los ochenta consiguió levantar el vuelo de Kansas y nos descubrió a ese talento llamado Steve Morse que demostró ser uno de los mejores guitarristas de su generación con esa mezcla de finura, técnica y talento compositivo. Nunca menospreciéis el “poder” de Kansas.
Me atrevería a afirmar que la discografía de Led Zeppelin es una de las más sólidas de la historia del rock, aunque para la mayoría de mortales parece que todo termina con “Physical Graffiti” y lo cierto es que sólo un necio negaría la innegable calidad de las dos obras que finiquitaron el vuelo del dirigible, especialmente el caso que nos ocupa; “Presence”. El disco más oscuro y con menos clásicos reconocibles del grupo que creó “Stairway To Heaven” y posiblemente sea también su creación más cruda. Debido a las condiciones que rodearon la creación de esta obra y al poco tiempo del que disponían en el estudio (Jagger y Richards estaban esperando en la puerta para entrar a grabar “Black And Blue”) nos encontramos con una colección de temas ásperos, duros, rocosos pero de una calidad musical abrumadora. Las dos canciones que más han perdurado en la memoria colectiva son los extensos y saturados de guitarras “Achilles Last Stand” y “Nobody´s Fault But Mine”, densos y de lo más contundente presentado nunca por la banda pero a la vez insuperables. “Royal Orleans” nos lleva por terrenos más funk pero sin florituras y con Jimmy Page haciendo malabares con todo su arsenal de guitarras. “Candy Store Rock” es una deliciosa y oscura pieza de hard rock en la que John Bonham hace patente con sus timbales que por algo está considerado uno de los mejores baterías de todos los tiempos. Entre tanta voz y guitarra desbocada llegamos a “Tea For One” la pieza que cierra el álbum, un blues largo y casi purista, digno heredero de aquel lejano “Since I´ve Been Loving You” en el que Plant prácticamente desnuda su alma y la compenetración con Page llega a niveles oníricos. Aparcad por un tiempo “Led Zeppelin IV”, preparaos algún licor muy seco y degustadlo con “Presence” sonando en vuestro equipo y dejad que vuestros sentidos se dejan llevar por una obra que no tiene otro apelativo que el de rock en su estado más puro.
Todos sabéis la historia de la estrambótica unión de los creadores de “Ace Of Spades” con Brian “Robbo” Robertson, pero afortunadamente no todo fue tan desastroso como la gira que realizaron y se puede afirmar que el único disco que realizaron juntos es una obra de bastante nivel y que supera con creces al anterior y mediocre “Iron Fist”. La química entre Lemmy, “Robbo” y Phil “Animal” Taylor en el estudio funcionó muy bien y nos obsequiaron con este “Another Perfect Day” que mostró otra cara de los queridos Motörhead. No es que fuera un cambio radical de estilo, “Back At The Funny Farm”, “Marching Off To War”, “Shine” y “Die You Bastard” son puro y duro rock and roll made by Lemmy. Pero es en temas como “Dancing On Your Grave” o “I Got Mine” donde se nota una tendencia más melódica sobre todo en las guitarras, también algo normal si hablamos del hombre que grabó melodías inolvidables junto a Scott Gorham en Thin Lizzy, incluso en “One Track Mind” bajan las revoluciones presentando un tema mas reposado de lo habitual en ellos. De todas maneras quitando el gran trabajo que hizo “Robbo” a las guitarras incluyendo bastantes solos que enriquecieron el estilo de Motörhead nos encontramos ante un disco muy bueno que queda eclipsado por logros previos y sobre todo por la tensión permanente que provocó el carácter camorrista del ex Thin Lizzy. Si la gira de presentación fue la de arena se puede afirmar que “Another Perfect Day” es la de cal en tan turbulento periodo de la historia del trío más cafre de la historia británica.
Cuando Kiss publicaron sus álbumes en solitario hubo todo tipo de reacciones. Ace Frehley recibió los elogios de media humanidad por una obra robusta como un roble y que demostró que era el George Harrison de Kiss. Gene Simmons aunque grabó un disco bastante discreto no le fue nada mal en listas, Peter Criss consiguió el mismo revuelo que Space Ace pero a la inversa por la pobre calidad de su producto y demostró que era el Ringo Starr de Kiss y Paul Stanley…¿Paul Stanley? Misteriosamente su disco pasó bastante desapercibido, incluso entre los fans mas devotos, algo muy raro ya que su papel en la banda madre es crucial y es una verdadera lástima, porqué lo que nos ofreció Starchild en 1978 es oro puro. Su disco en solitario refleja perfectamente la personalidad musical del hombre de la estrella; rock, melodía y emotividad. Al contrario que sus compañeros Paul no necesitaba demostrar nada a nadie y con la tranquilidad de grabar un álbum que sólo te ha de satisfacer a ti mismo nos regaló un puñado de canciones inolvidables. Desde el inicio fiero pero con contrapuntos melódicos de “Tonight You Belong To Me”, pasando por piezas supervitaminazas como “Move On” o “It´s Alright”, monumentos hard rock como pueden ser “Take Me Away (Together As One)” o “Love In Chains” y acabando con la súper azucarada balada “Hold Me, Touch Me (Think Of Me When We´re Apart)” que tratada por cualquier otro podría caer en el A.O.R. más ramplón pero en manos del compositor de “Love Gun” se convierte en algo más que un sentimiento. Imaginaros un disco de los mejores Kiss con todos los temas firmados por un Stanley en estado de gracia y tendréis la descripción perfecta de lo que hay en estos surcos. Una joya a descubrir y es que creo que pocos álbumes han llegado a decir tanto de la persona que lo creó.
¿El mejor disco de Queen? Para el que suscribe estas líneas si. Creo que pocas veces una obra tan magna ha sido tan dejada de lado tanto por los fans como por sus creadores, sólo el hit “Seven Seas Of Rhye” sobrevivió a través de los años en su repertorio de directo y no es precisamente la pieza más representativa. La segunda entrega discográfica de Queen es majestuosa, roquera, grandilocuente y por supuesto imprescindible. La intro “Procession” nos introduce en la cara blanca de álbum dominada por las composiciones de Brian May y “Father To Son” es uno de las mejores con ese festín de coros, guitarras y arreglos como sólo la reina sabía plasmar en una grabación. “White Queen (As It Began)” equilibra la balanza hacia paisajes más sosegados y “The Loser In The End” nos muestra a un Roger Taylor como un compositor rock de primera y es que los tiempos de “Radio Ga Ga” aún estaban muy lejanos. Si la “white side” no nos ha dejado bastante anonadados demos paso a Mr. Mercury con su “black side” que de entrada nos apabulla con “Ogre Battle” uno de los mejores temas que escribió jamás el añorado vocalista, un compendio de agresividad, coros irreales y genialidad. “March Of The Black Queen” nos lleva a un viaje inolvidable y complejo entre el sosiego y la tormenta. El resto del material sigue siendo de ensueño “The Fairy Feller´s Master-Stroke” es el Queen más barroco que se pueda uno imaginar y “Nevermore” es una pequeña joyita realizado por un autentico maestro orfebre de la música. “Queen II”; excesivo, compacto como el platino, casi rococó y muy muy incomprendido. “A Night At The Opera” es muy grande pero Queen asentaron su leyenda con esta obra descomunal que merece estar entre las mejores grabaciones de la historia y de paso que alguien le recordara su existencia a May, Taylor y Rodgers para futuras giras.
El entrañable “Motor City Madman” siempre ha destacado por ser un personaje excesivo. Dejando de lado sus cuestionables declaraciones, su puesta en escena y legado musical son puro Rock & Roll llevado al paroxismo y donde más pasado de vueltas está “The Nuge” es en este “Scream Dream”. Desde el alarido inicial de “Wango Tango”, pasando por la histeria del tema que da título a la obra o de ese desfasadísimo“Flesh And Blood”, Teddy nos somete a una sesión de electroshocks a base de guitarrazos y adrenalina pura. Aparte de todo esto lo mejor es que este álbum es una soberbia colección de canciones de Rock &Roll, no tan conocidas como su producción de la década de los setenta pero igual de impactantes, “Violent Love”, “Hard As Nails”o “Don´t Cry (I´ll Be Back Before You Know It Baby)” o la extraña “Terminus El Dorado” son canciones que yo incluiría sin pensármelo en un recopilatorio de lo mejor del ex Amboy Dukes. Curiosamente tras esta exhibición de salvajismo y electricidad a destajo la producción discográfica en estudio del tío Ted cayó en picado tanto en calidad como en agresividad llegando a publicar a finales de los ochenta bodrios A.O.R. de regional preferente como “If You Can´t Lick´em…Lick´em”. Posteriormente Ted volvería a recuperar parte de su genuina garra, pero nunca más llegaría al nivel de este olvidado pero recomendable y pasadísimo de vueltas “Scream Dream”. Como nota final recomendar una detenida observación del envoltorio que está a la altura de la locura contenida en los surcos y donde podemos ver a “The Nuge” gritándonos a la cara en la carátula, posando con pistolas y chupa de cuero y hasta con claveles, chaqueta torera y sombrero cordobés. “Scream Dream” una gran obra de rock & roll y la prueba más fehaciente de que Ted Nugent nunca ha sido lo que podemos entender por un individuo “normal”
1 comentario:
Pues sí, todos ellos discazos a reivindicar por su valor.
Saludos del hermano gemelo de David Kilgour
Publicar un comentario