No deja de resultar curioso que en tiempos como los actuales, bajo los dictados de las nuevas tecnologías se rinda culto a todo lo que suene retro, y el hard rock no es una excepción. Graveyard es un cuarteto sueco que publican su segunda obra y están dando bastante que hablar, y la verdad es que no es para menos. Menudo ejercicio de rock pesado traído directamente de la era en que la santísima trinidad estaba formada por Led Zeppelin, Deep Purple y Black Sabbath. De hecho en quien pueden hacer pensar más es en los creadores de «Stairway To Heaven», quizás por la voz de Joakim Nilsson, aunque con más variedad de registros y con un punto de histeria añadido. Aunque no se cortan un pelo a la hora de picotear en los estilos que les place, especialmente en el fondo de catálogo británico de los primeros setenta, sonando pesados como las huestes de Iommi («No Good, Mr. Holden»), blueseros («Uncomfortably Numb»), y hasta folkies y lisérgicos en «Longing». Incluso la oronda sombra del montañoso Leslie West se perfila entre las brumas retro. Variedad y buen gusto y siempre fieles a sus principales influencias. Servidor va a sacar los pantalones acampanados del armario para cuando decidan pisar los escenarios de este país.
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